Cultura Always-On:
El costo invisible de estar siempre disponibles.
Repensar el liderazgo en una era donde la conexión constante amenaza el bienestar y la sostenibilidad del talento.
En los últimos años, las organizaciones han enfrentado una transformación acelerada marcada por la digitalización, el trabajo remoto y la globalización de los negocios. Este contexto ha impulsado la llamada cultura Always-On, una dinámica en la que los equipos sienten la necesidad de estar siempre disponibles, conectados y listos para responder, sin importar la hora ni el día.
Según el Work Trend Index 2024, el 64% de los empleados afirma que les resulta difícil desconectarse del trabajo, incluso después del horario laboral, y el 54% siente que su carga laboral ha aumentado por la comunicación digital constante. Desde nuestra experiencia acompañando organizaciones en procesos de liderazgo y estructura, hemos observado cómo esta cultura se ha normalizado como sinónimo de compromiso, cuando en realidad representa un riesgo silencioso para el bienestar y la sostenibilidad del talento.
Lo que inicialmente parecía ser un beneficio asociado a la flexibilidad, rápidamente se ha convertido en un reto profundo. Estar “permanentemente conectados” genera consecuencias claras en las personas: aumento del estrés, dificultades para desconectarse, fatiga crónica y, en muchos casos, la pérdida del equilibrio entre vida personal y laboral. A nivel de negocio, la hiperconexión no garantiza mayor productividad; al contrario, puede limitar la creatividad, la innovación y la capacidad de recuperación de los equipos.
Desde la perspectiva del diseño organizacional, la cultura Always-On plantea un desafío estructural. Modelos de liderazgo basados en la supervisión constante, estructuras jerárquicas que premian la presencia digital en lugar de los resultados, y prácticas de gestión que asumen la disponibilidad como sinónimo de compromiso, perpetúan este fenómeno. En los procesos de selección y consultoría que lideramos, es evidente cómo las nuevas generaciones priorizan entornos que promuevan autonomía, bienestar y respeto por los límites personales.
En varias organizaciones que hemos acompañado, la desconexión no se logra con políticas, sino con líderes que modelan comportamientos saludables: aquellos que saben pausar, priorizar y dar ejemplo en cómo equilibrar productividad y bienestar.
Frente a este panorama, las organizaciones están llamadas a rediseñar sus prácticas. Algunas medidas ya han comenzado a tomar fuerza, como las políticas de derecho a la desconexión adoptadas en distintos países. Sin embargo, más allá de lo normativo, el verdadero cambio radica en la cultura. Migrar hacia modelos que midan el desempeño por resultados, que promuevan espacios de descanso y que formen líderes capaces de dar ejemplo en el equilibrio entre productividad y bienestar es hoy una ventaja competitiva. Incluso la tecnología, con frecuencia señalada como la causa de la hiperconexión, puede convertirse en aliada si se utiliza para organizar mejor los tiempos, reducir cargas innecesarias y facilitar el foco en lo realmente estratégico.
La cultura Always-On es un recordatorio de que no basta con tener organizaciones conectadas: necesitamos organizaciones sostenibles. En Marble Headhunter, creemos que la verdadera conexión ocurre cuando el talento se alinea con el propósito, no con la disponibilidad permanente. Al final, liderar también implica saber cuándo desconectarse para volver con claridad.