El poder de un país se mide de diferentes maneras: a partir de la riqueza económica, según el Producto Interno Bruto (PIB). Si se habla de tamaño, los datos del Banco Mundial muestran que las economías más grandes del mundo son Estados Unidos y China. Al mirar el PIB per cápita, los más ricos son Luxemburgo, Suiza y Macao. Si se parte de la “paridad del poder adquisitivo”, Qatar, Macao y Luxemburgo lideran la lista.
Al comparar estos países con economías más pequeñas se podría decir que reinan en el escenario económico mundial. Eso es entre países, pero ¿qué pasa al comparar países con empresas?, ¿podrían las compañías tecnológicas ser más poderosas que los países? Varias investigaciones apuntan a que ya es una realidad, no solo en lo económico sino en lo político, lo social o lo cultural.
Expertos hablan del Imperio GAFA o GAFAM, que abarca las compañías Google, Amazon, Facebook, Apple y, a veces, Microsoft. Según información del Fondo Monetario Internacional (FMI), estas empresas tienen una capitalización de mercado (CM) cuyo valor es mayor al PIB de ciertos países. En 2019 la CM de Alphabet (Google) era más grande que la suma del PIB de 38 países africanos, la de Microsoft superaba el PIB de nueve países de Europa oriental combinados, y la de Apple equivalía a más de la mitad del PIB de Rusia.
Sin embargo, los países africanos, latinoamericanos e incluso europeos no tienen la influencia económica global de Estados Unidos o China. ¿Qué pasa entonces con estos dos países, en relación a las empresas tecnológicas más grandes?
La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha impactado a algunas organizaciones tecnológicas. La consecuencia de continuar la asumirán los consumidores a nivel global. Tomado de: BBC News Mundo.
Según Parag Khanna, especialista en relaciones internacionales, estamos en la era de las compañías metanacionales: empresas apátridas que ubican su personal, industria, oficinas, cuentas bancarias en varios países que cuenten con condiciones económicas favorables. Teniendo en cuenta que muchas de estas son estadounidenses, Khanna cree que su éxito exponencial pone en riesgo al país en términos de su poder internacional como potencia global, pues según dijo en la revista Foreign Policy: “El mundo está entrando en una era cuya ley más poderosa no es la soberanía sino la de oferta y demanda”.
Es importante resaltar que, si bien Silicon Valley es uno de los epicentros del mundo tecnológico actual -dio vida a las GAFAM– no todo es perfecto allí. BBC indica que si esta región fuese un país sería el más rico del mundo después de Qatar, pero que al mismo tiempo está permeada por problemas de desigualdad y costos de vida muy altos que obliga la migración a otros estados.
Ahora, el fenómeno GAFA(M) no es exclusivo de Silicon Valley. BBC cuenta que en China existe el grupo BAT(X), compuesto por las grandes tecnológicas Baidu, Alibaba, Tencent, y hay quienes incluyen a Xiaomi. Baidu es el equivalente a Google, Alibaba es el Amazon asiático, Tencent es la compañía de videojuegos más grande del mundo y Xiaomi es uno de los fabricantes de dispositivos móviles inteligentes que más vende. La diferencia de estas compañías con las estadounidenses es que las chinas trabajan en colaboración con el gobierno, mientras que las americanas lo hacen en fricción con él.
Estudiosos de la Historia anotan que la relación empresa-gobierno es ambivalente: las tecnológicas pueden desafiar a los estados para favorecer sus intereses propios, pero también pueden funcionar de la mano de los gobiernos. Sin embargo, estos expertos también señalan que el Estado, en general, está viéndose amenazado por dos aspectos que dificultan la limitación del poder de las grandes tecnológicas: la poca regulación de la globalización económica y la multilateralidad, para que un país pueda actuar debe tener el apoyo de otros.
Las compañías tecnológicas son muy poderosas, cuentan con millones de clientes en el mundo, están en la capacidad de prestar los servicios que se han vuelto necesarios en la modernidad. Estas empresas tienen el músculo financiero, talento de alto nivel, gran valor de marca, infraestructura tecnológica completa y muchísimos datos, información, lo que llaman “el nuevo petróleo del siglo XXI”.
Para muchos, el manejo del big data por parte de estas empresas se ha vuelto problemático. Algunos investigadores de Historia piensan que tener tanta información les permitiría a las compañías establecer un nuevo orden mundial, controlar los mercados, imponer su visión hegemónica de la cultura y la sociedad, y defender sus intereses políticos a través de la manipulación de la opinión pública.
Según Carlos Gómez, columnista del periódico español Información, las tecnológicas son una oligarquía, una categoría política que cada vez tiene más control sobre los gobiernos, la economía y la sociedad; concentran el poder y lo utilizan para sus propios intereses. Para Gómez, la información personal que reúnen las compañías se convierte en “mercancía que queda en manos de poderosas corporaciones transnacionales que la utilizan para obtener ganancias”. Por esto, él sugiere una imperativa regulación a estas empresas, aunque reconoce las ventajas que suponen los servicios que estas prestan.
En términos generales, las compañías tecnológicas le llevan una gran ventaja a los países, sobre todo en materia económica -pero también su impacto social, político y cultural-. Sin embargo, la relación entre ambos actores no está completamente definida: no siempre las empresas dominan a los países y, de hecho, los países más ricos pueden verse beneficiados al tener dichas compañías como recursos con los que puede contar.