La cuarta revolución industrial se está viendo acelerada por la covid-19, está nublando los límites entre el mundo físico, biológico y digital. Las presiones que el mundo enfrenta, implican realizar cambios estructurales y corroboran cuánto dependemos de las tecnologías del siglo XXI para desarrollar la economía, demostrándonos que son vitales para la supervivencia de las organizaciones. Ya no se piensa a largo plazo, la transformación digital es ahora.
Con la pandemia a cuestas, el mundo tiende a la digitalización. Es cierto que muchas compañías tecnológicas se han visto afectadas -y seguirán afectándose-, pero también es posible que muchas salgan fortalecidas de esta crisis. Los bolsillos de quienes lideran el proceso del cambio tecnológico se verían enriquecidos en un escenario post-pandemia. Esta crisis mundial seguramente fortalecerá a las compañías que ya están posicionadas en el mercado, pues el mundo digital llegó para quedarse y la demanda, en medio del coronavirus, lo está mostrando.
De hecho, a hoy se evidencian avances en los que empresas como IBM o Google tienen simuladores en línea para que las personas puedan escribir programas para computadores cuánticos. Como cuenta Elkin Echeverri, Director de Planeación y Prospectiva de Ruta N, incluso se pueden pedir kits por internet para realizar experimentos con códigos genéticos.
Yendo más lejos, lo que podría ser la quinta revolución industrial, llamada por algunos Sostenibilidad Digital o Inteligencia Automatizada, tendría un impacto mucho más alto en la humanidad. Se espera que los sistemas tecnológicos realicen funciones que solamente podía realizar el cerebro humano, pero más adelante, estas mismas tecnologías tendrán la capacidad de mejorarse a sí mismas sin necesidad de intervención humana.
Según Eva Sereno, delegada de El Economista en Aragón, España, actualmente los algoritmos realizan aproximadamente el 22% de nuestro trabajo y se espera que para la quinta revolución -en 2040- estén desarrollando el 80% de las funciones. Es allí donde surgen preguntas como: ¿será esto sano para la humanidad?, ¿dónde quedará la ética?, ¿cómo se programarán los diferentes robots para que tomen decisiones autónomas, teniendo en cuenta el contexto humano sin basarse netamente en la racionalidad?,¿habrá todavía libertades individuales?…
Es por eso que no deberíamos dejar perder el factor humano en medio la revolución tecnológica. Es importante potenciar nuestras habilidades cognitivas y nuestra creatividad. Así podremos evolucionar a la par de la tecnología pues las funciones que no dependen de nuevas construcciones ya no estarán en nuestras manos.
